Creación

Quisiera sentir en silencio
Azotar mi rostro contra el viento
Y dejarme caer en el delirio de la eternidad…

Montañas gigantes se abalanzan sobre mí,
Y la gloria de Dios me cubre por in instante…

Gran peñasco de vidas eternas
Te muestras ante mi
Cual vívido paisaje

Para recordarme que el silencio vive,
Y que la creación
Es una obra maestra



2000

AL CIELO

Sacudir los zapatos
y comenzar a caminar,
sin mirar atrás…
eso es el perdón: no mirar atrás…

Me fortalece el cielo,
me cubre,
me eleva…
me cuida…
me ama…
temprano prepara el día para mí
y tarde en la noche me cobija.

Enséñame más…
Necesito recordar tu amor…

11.2000

De palabras repetidas

Tiempos que viajan a través del recuerdo
están presentes en esta velada de noche oscura.


Pies helados sudan la desolada espera
de una noche
en que naufragan las imágenes
que esperan por un poco de redención.


¿Redención?


Redimidos son los pasos que cabalgan
 hasta mis manos húmedas en el silencio
de los párpados cerrados
del caminante nocturno.


Limpias quedan hoy
las grietas amargas del desencuentro
de un par de secuestrados segundos.


Bastaría con solo mirarle a los ojos
para poder soñar
con una espalda entre las sombras.


Más que bualler,
esta noche se presenta ante mis ojos,
 como un concierto de palabras repetidas,
y la sonrisa lejana que se despide de mis ojos.

REFLEXIONES NOCTURNAS SOBRE MI ENEMIGO




Sediento viene danzando el tiempo hasta mis pies. Y silenciosamente, me toma el halo dulce de un desconocido. ¿un poco de sangre?
Columnas de arena circundan mi morada. Claustros de tiempo acumulado cuidan mi sueño oculto. Más las voces de estos oráculos, ¡vivientes cansados!,
me azotan el alma; y luego, todo se postra. Nada es igual…
Las montañas callan en su eternidad de días y mi cuerpo se seca lentamente.
Esto es algo más que sólo vivir. Es quizá un pequeño intento que vacila incesante entre mis manos.

-¿A qué habéis venido? ¿Cuál es vuestra culpa? ¡Redimiros! ¡Os lo suplico! ¡Redimiros!- No quiero seguir vendiendo mis versos a estas manos sucias
-¡Redimiros!

No podríais volver a romper mis huesos sin antes besar la planta de mis pies.
No podríais pedir perdón sin antes derramar de esta sangre que acumulada me quita el habla…

Nunca pensé que cometería el descaro de nombrarle entre mis letras en una noche como esta. Donde el cansancio se me sale por los ojos, mientras la mañana me espera implacable para castigarme con puntualidad.
Si. Creo que le conocí hace ya algunos años.
Se abalanza y me lacera el sentimiento para luego decirme que nada ha cambiado. Que todo sigue igual.
Recuerdo que de niña, aparecía entre mis sueños para ahuyentar la calma de mi infancia. Y hoy, amenaza con devorar mis intentos por redimir mis errores.
¿Enemigo? ¡Qué más da! Si sin nombre i apellido me pide cuentas cada noche de insomnio; cada amanecer.
¿Vacío? ¿Deseo? ¿Misericordia?
Dónde podría yo recibir a este erguido sueño, si me expongo a ser traicionada una vez más. Quién podría alguna vez controlar la ira del destino al descubrir que la vida ha transcurrido sin fanfarrias ni famosas palabras.

He visto su rostro una vez más. He sentido sus golpes en la espalda. He vestido de su aliento y hasta me he dejado seducir.
Pero no me engañas ángel caído. No me tienes, ni te pertenezco. Yo, aún me puedo arrepentir. Para ti, es demasiado tarde.

05:58 AM
03.01.00

insomnio



02:20 AM.



He aquí mis letras ante aquél ser de silenciosa mirada. Desde lejos, un perfecto instante, toco mi voz bajo su sonrisa.
¿Quién eres?
¿De dónde vienes?
Cómo explicarle a la noche que todo o que se de aquél ausente peregrino de letras nocturnas está en estas páginas. Nada más sé de él.
Mis días pasan musitando su recuerdo.
¿Qué debo hacer?...
Soñar… construir su rostro entre nocturnas letras que vacilan el seño de su frente quebradiza.
Murmullo de coches recorren las paredes de mi habitación. Dolor de cabeza es hoy el motor que me mantiene despierta.
Los días pasan como burlándose del tiempo.
Sin dejar huella.
Sin avisar su llegada ni su partida… así… como llega la noche a ser mañana: sin dar explicaciones. Incluso aquél nocturno intruso hizo su entrada triunfal sin dar siquiera una pequeña explicación. Y lo disfrutó. Lo sé.
La noche cobra su precio y el cansancio pesa por fin sobre mis párpados.
Es hora de vencer el deseo errante de continuar luchando por el temor de no verle.
Ya es tiempo de volver al sueño de noches y buscarle una vez más.
Las demás palabras hoy, callarán bajo las sábanas.

Débil del alba.

El día de los desventurados, el día pálido asoma
con un desgarrador olor frío, con sus fuerzas en gris,
sin cascabeles, goteando el alba por todas partes:
es un naufragio en el vacío, con un alrededor de llanto.
Porque se fue de tantos sitios la sombra húmeda, callada,
de tantas cavilaciones en vano, de tantos parajes terrestres
en donde debió ocupar hasta el designio de las raíces,
de tanta forma aguda que se defendía.
Yo lloro en medio de lo invadido, entre lo confuso,
entre el sabor creciente, poniendo el oídoen la pura circulación, en el aumento,
cediendo sin rumbo el paso a lo que arriba,
a lo que surge vestido de cadenas y claveles,
yo sueño, sobrellevando mis vestigios morales.
Nada hay de precipitado ni de alegre, ni de forma orgullosa,
todo aparece haciéndose con evidente pobreza,
la luz de la tierra sale de sus párpadosno como la campanada, sino más bien como las lágrimas:
el tejido del día, su lienzo débil,
sirve para una venda de enfermos, sirve para hacer señasen una despedida, detrás de la ausencia:
es el color que sólo quiere reemplazar,cubrir, tragar, vencer, hacer distancias.
Estoy solo entre materias desvencijadas,la lluvia cae sobre mí, y se me parece,
se me parece con su desvarío, solitaria en el mundo muerto,
rechazada al caer, y sin forma obstinada.

Pablo Neruda


Hasta las cuatro de la mañana

Ella siempre soñó con las palabras de su madre. Quien mas que su madre, era como su abuela.
- Algún día te casarás- le decía. E inconscientemente se sentaba a recibir los consejos sobre castidad y decencia que tan bien le vienen a uno, cuando el mundo gira tan rápidamente.
Quién mas que su madre sabría qué decirle a los quince años, cuando ya dejaba de ser una niña y comenzaba a mirar las cosas con los ojos hambrientos de un recién nacido.
Cuántas anécdotas del recuerdo quedan escritas en los primeros años, del resto de nuestras vidas… en fin, ella se sentaba a escuchar atentamente cada palabra relatada con esos ojos brillantes e inundados de recuerdo. Como si el pasado reviviese sobre la piel la madre, quien le contaba de sus primeras conquistas, y del coqueteo desinteresado que deben dar las chicas para darse importancia y todo lo de más.
La Madre siempre fue una mujer solitaria… Sola crió y sola envejeció.
Tardes enteras se las pasaba tejiendo, años enteros. Primero a sus hijos, y luego a sus nietos…
Recuerdo que Laura comentó más de alguna vez, que ella la comparaba a una araña tejedora. Todo el mundo hasta hoy comenta la disciplina que plasmaba en sus tejidos: los puntos, la perfección… sus viejas revistas… siempre buscando cómo lograr una nueva figura con la cual impresionar a sus admiradores. Tan meticulosamente perfeccionista, que nunca quedaba conforme. Entre lanas y puntos recuerda sus años de juventud, con un aire de sabiduría; como convencida de que sus palabras serían la guía perfecta para la vida sentimental de su última hija.
Laura siempre la escuchaba con devoción. Le encantaba apreciar el resplandor que desprendían sus ojos con cada detalle importante que rebelar, o aquél toque importante de seriedad con el que hablaba del respeto y la dignidad femenina.
La comunicación entre ellas fue siempre muy especial. Grandes conversaciones, nunca. Laura no tuvo más que conformarse con aquel soliloquio de antiguas historias, porque para las nuevas historias de Laura, la madre, no tenía tiempo de escuchar. Pero eso no importaba. La dos entendieron que en cuestión de conversaciones, nunca podrían entenderse. El código era otro: cocinar, hacer crucigramas, ver la última película de la noche, o salir a hacer la compra. Ese era el único paseo diario e impajaritable de cada mañana, que la madre no cambiaría por nada hasta el día de su muerte.
Pero Laura no todo el tiempo siguió los pasos de la madre. También ella, a los quince años, comenzó a escribir su propia historia. Y como recién llegada, probó insaciablemente todo aquello que tuvo a su alcance.
En un principio, recuerdo haberla visto por ahí, deambulando entre el grupo de chicas consentidas y escandalosas. Luego, los años pasaron y Laura nunca se casó.
Se cuenta la historia de que un amante destruyó los sueños de amor de los que tanto hablaba su Madre.
Todo se le escapó entre los dedos cuando descubrió que el amor no es más que un veneno que embelesa y vuelve imbécil.
Su inútil castidad fue arrebatada entre los golpes y mordiscos de una borrachera. Sin poesía… sin delicadeza…
¿Matrimonio? , ¿Yo?, ¡yo no sirvo para eso! -se decía, mientras con un triste suspiro terminaba la frase.
Los años han pasado inevitablemente… hoy, cada mañana prepara el café, un cigarro y con la Madre salen a hacer la compra como todos los días.
En casa, luego, a preparar la comida, hacer el crucigrama, un café otro cigarro, y a servir la comida… Todo es más simple cuando están solas en casa, porque cuando llegan los de más hijos, con sus mujeres y sus niños, la tarea es mucho mas pesada.
Siempre igual: primero los niños, y luego los adultos. Siempre en ese orden para que todos cupiesen en la mesa; y Laura, generalmente, terminaba almorzando sola en la cocina. Fregar los platos, el te y a tejer… todos los días lo mismo… lo único que nunca vi hacer a Laura fue tejer. Pero en silencio, ambas veían las películas, reconociendo las historias de la madre, entre suspiros, hasta las cuatro de la mañana.

04:40 AM
15.01.2000

Anaïs Nin

"Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré al mundo. Me adapto a mí misma." A. N.
ENLACE RELACIONADO
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Anaïs Nin (1903-1977) nació en Neuilly, cerca de París, Francia, el 21 de febrero de 1903, su madre era franco-danesa llamada Rosa Culmell y su padre había nacido en Cuba de nombre Joaquín J. Nin, con el que mantuvo una relación incestuosa.
A los 11 años emigró a Estados Unidos con su madre y recibió la mayoría de su educación allí. Novelista y escritora de historias cortas, Nin era virtuosa y dedicada, pero nadie lo supo sino hasta 1960, cuando mostró al mundo sus diarios; estos fueron tomados por las feministas contemporáneas como ejemplo de una mujer independiente que sobrevivió a los prejuicios de las décadas pasadas.
En 1914 se muda con su madre a la ciudad de Nueva York donde asiste a escuelas católicas. Deja la escuela a los 16 años, trabaja como modelo, estudia baile y regresa a Europa en 1923. Ese mismo año contrae matrimonio con un banquero neoyorquino, Hugh Guiler, quien más tarde ilustraría algunas de las novelas de Nin bajo el seudónimo Ian Hugo. Poco se conoce de esta relación.
Anaïs Nin es mejor conocida por su lírica, a veces erótica, siempre de un estilo sensual. En algún momento escribió historias eróticas a pedido, movida por presiones financieras. Muchas de estas están en las colecciones Little Birds y Delta of Venus. Los eventos son sexuales, pero el tono es filosófico y de autoconocimiento.
Tuvo un affair con Henry Miller y con su esposa June durante los años '30. Una película basada en estos hechos fue realizada en 1990 por Philip Kaufman.
Estudió psicoanálisis bajo la tutela de Otto Rank y por su cuenta en la ciudad de Nueva York de 1934 a 1935. Regresa a Francia en el 1935, donde ayuda a establecer una casa editora, Ediciones Siana, en parte porque ninguna otra casa editora se atrevía a publicar sus obras dado su cargado contenido erótico.


En el 1939 regresa a la ciudad de Nueva York, donde continúa escribiendo. Sin embargo, no sería descubierta hasta el 1960 por el mundo literario en general.
Más adelante se dio a conocer por una serie de diarios extremadamente personales, redactados desde el 1931; El diario de Anais Nin (10 vols. 1966-83). Desde entonces se publicaron varios diarios adicionales. Anaïs murió en Los Angeles en 1977.

FRAGMENTOS DEL DIARIO:
"Cualquier forma de amor que encuentres, vívelo. Libre o no libre, casado o soltero, heterosexual u homosexual, son aspectos que varían de cada persona."

"Nunca me he tomado la molestia de describirme en el Diario, tiene gracia hablar con alguien sin decirle quién se es. Ahora voy a cumplir ese pequeño deber.

"Soy Ángeles, Anaïs, Juana, Antolina, Rosa, Edelmira Nin y Culmell. Tengo doce años y estoy bastante alta para mi edad, todo el mundo lo dice. Soy delgada, tengo los pies grandes y las manos también, con los dedos largos, que suelo crispar por nerviosismo. Tengo la cara muy pálida, unos grandes ojos castaños, perdidos, y temo que revelen mis insensatos pensamientos. La boca grande, me río muy mal, y sonrío regular. Cuando me enfado, hago una mueca con los labios. En general estoy seria, un poco distraída. Mi nariz es un poco Culmell, quiero decir, un poco larga, como la de la abuela. Tengo el pelo castaño, no muy claro, que me llega un poco por debajo del hombro. Mamá dice que son mechas, y yo siempre las oculto en una trenza o recogiéndomelo con una cinta. Mi carácter: me enfado con facilidad, no puedo soportar la menor broma, pero me gusta hacerlas. Me gusta el trabajo; adoro a mamá y a papá y por encima de todas mi tías y todo el resto de mi familia, sin contar mamá, papá, Thorvald y Joaquinito, quiero mucho a mi abuela. Me encanta leer y escribir es una pasión."

"Creo firmemente en Dios y en todo lo que Dios me dice a través de la Santa Iglesia. Siempre recurro a la oración. Me cuesta tomar afecto, y sólo consigo querer a la gente que me parece igual que yo. Soy francesa, una francesa que ama, admira y respeta su país, una verdadera francesa. Siento admiración, aunque no tan fuerte, claro, hacia España y sobre todo hacia Bélgica. Mis pensamientos, el Diario los conoce tan bien como yo, incluso mi retrato." (20 de Mayo de 1915)

"Siempre creí que era la artista que llevo dentro la que hechizaba. Creía que era mi casa esotérica, los colores, las luces, mis vestidos, mi trabajo. Siempre estuve dentro de la concha de la gran artista que trabaja, temerosa e inconsciente de mi poder. ¿Qué ha hecho el doctor Allendy?. Ha dejado de lado a la artista, ha manejado mi alma interior, sin sus antecedentes, sin mi creación. Incluso me ha inquietado su desinterés por la artista y me asombra que se haya apoderado así de mí, tan dépuillée de artificios, de ropajes, de encantos, de elixires." (23 de octubre de 1932)

"No tengo ninguna moralidad. Sé que la gente se horroriza, pero no yo. Ninguna moralidad mientras el daño hecho no se manifieste por sí mismo. Mi moralidad no se reafirma cuando me enfrento con el dolor de un ser humano..."

"Me fui a mi cuarto, envenenada. Soplaba incesante el mistral, seco y cálido. Así llevaba días, desde que llegué. Destrozaba mis nervios. No pensé en nada. Me sentía dividida, esa división me mataba, la lucha por sentir la alegría, una alegría inalcanzable. La irrealidad opresiva. De nuevo la vida retrocediendo, eludiéndome. Tenía al hombre que amaba en mis pensamientos; lo tenía en mis brazos, en mi cuerpo. El hombre que busqué por todo el mundo, que marcó mi niñez y me perseguía. Había amado fragmentos de él en otros hombres: la brillantez de John, la compasión de Allendy, las abstracciones de Artaud, la fuerza creativa y el dinamismo de Herny. ¡Y el todo estaba allí, tan bello de cara y cuerpo, tan ardiente, con una mayor fuerza, todo unificado, sintetizado, más brillante, más abstracto, con mayor fuerza y sensualidad! Este amor de hombre, por las semejanzas entre nosostros, por la relación de sangre, atrofiaba mi alegría. Y de este modo, la vida hacía conmigo su viejo truco de disolución, de pérdida de lo palpable, de lo normal. Soplaba el viento mistral y se destruían las formas y los sabores. El esperma era un veneno, un amor que era veneno..." (Escrito en julio de 1933 en Chamonix a partir de notas tomadas en junio de ese mismo año sobre las vacaciones con Le Roir Soleil y Anaïs en Valescure.)

"Habría querido terminar mi diario sin la confesión de un amor prohibido. Por lo menos, quería que mi amor incestuoso quedara sin escribir. Había prometido a mi Padre el más absoluto secreto. Pero una noche, aquí en el hotel, cuando me di cuenta de que no había nadie para hablarle de mi Padre, me sentí ahogada. Y empecé a escribir otra vez, mientras Henry leía a mi lado. Era inevitable. No podía eliminar mi diario cuando alcanzaba el clímax de mi vida, en el preciso momento en que más lo necesitaba para conservar mi sinceridad, por grande que fuera mi crimen." (2 de julio de 1933)

Charles Bukowsky

CHARLES BUKOWSKI (1920-1994) nació en la ciudad alemana de Aldernach, pero a los dos años se trasladó con su familia a Los Ángeles, donde vivió toda su vida. Durante muchos años, y tras un breve paso por la universidad, se ganó la vida con trabajos manuales temporales, espaciados por los periodos de vacaciones que se tomaba cuando tenía suerte en las apuestas del hipódromo, afición que reflejó continuamente en su obra. Empezó a escribir cuentos muy joven pero, tras un primer relato publicado por una revista en 1944, abandonó la literatura por un espacio de diez años, en los que sentó los cimientos de su leyenda alcohólica.
Sus primeras obras se publicaron en la década de 1960 en editoriales y revistas underground; a esta época pertenecen colecciones de poemas como Crucifijo en una mano muerta (1965) o la que para muchos es su mejor obra en verso, Los días pasan como caballos salvajes sobre las colinas (1969). La poesía de Bukowski, al que le gustaba vanagloriarse de haber escrito su primer poema con 35 años, está marcada por un realismo descarnado y lírico a un tiempo, explícito, tierno en ocasiones y brutal en otras, abundante en datos autobiográficos, personalísimo y pleno de humor ácido y desencantado. Nunca abandonó su producción en verso que, con los años, se fue haciendo más directa, más sobria, como en El amor es un perro del infierno (1974) o La última noche de la tierra (1992). Bukowski escribió más de treinta poemarios, que le han acreditado como gran poeta.
Su primera novela, Cartero (1970), le permitió abandonar la oficina de correos en la que trabajaba. A ésta seguirían otras cinco, todas protagonizadas por Henry Hank Chinaski, alter ego del propio Bukowski, entre las que cabe destacar La senda del perdedor (1982). Los cuentos de Bukowski están reunidos en varios volúmenes. El más conocido, Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones (1972), recoge relatos aparecidos en varias revistas underground. Su obra inspiró una película, Ordinaria locura, a Marco Ferreri, a la que seguiría Barfly (1989), de Barbet Schroeder y con guión del propio Bukowski. La prosa de Bukowski es, si cabe, más autobiográfica, en un 90% según el propio autor, que su poesía, y es la que le ha dado fama entre los lectores de habla hispana; todas sus obras en prosa están publicadas en español.
El alcohol, el sexo, la soledad y los aspectos más absurdos y sórdidos de la civilización ocupan un lugar de honor en la obra de Bukowski, que siempre evitó los ambientes literarios; prefería los bares y las habitaciones lúgubres.
Hoy la noche me contempla resignada…como no queriendo aceptar las letras que una a una van tejiendo una historia que no acaba nunca…
Caminante nocturno…
Cuantas veces soñé con despertar tu lado, y hoy, tu distancia me congela el alma. Hoy, el pesar de tus días, me extravía por pensamientos peligrosos y me susurra al oído, mentiras despiadadas… y despierto de súbito junto a ti…
Aquellos besos llenos de pasión… aquellas caricias desenfrenadas… aquella mirada profunda que estremece mis entrañas, hoy duerme tras la espalda indiferente de un amor que vaga desorientado.

Y de repente te veo aquí a mi lado, y reconozco tus ojos; tu mirada que ausente a veces calla al contemplar la noche, las gentes que deambulan incesantes bajo el balcón, el aire que entra por la ventana…
Y te reconozco como siempre lo he hecho. Te reconozco al mirarte por el rabillo del ojo; en la penumbra; a plena luz; al roce de tu mano; al sentir tu respiración…
Y me encuentro a tu lado y todo desaparece.
Todo se vuelve eterno.
Nada es más importante en el mundo que tu abrazo.

Alegoría del deseo 1999

La cautiva esperanza de sumirme ilesa ante mis sueños me abandona a la deriva de otra noche más. Noche oscura. Envolvente noche que danza al compás de los aullidos nocturnos de nocturnos vagabundos.
Noche extraña.
Noche ausente.
Te presentas ante mi, como queriendo extraer mis pasos hacia la impune vagancia de afiladas palabras.
Se derriten mis ojos ante tanto silencio, y me quedo tirada sobre el recuerdo.
Y el sonido inconcluso del canto de los perros, se mezcla con el canto de las aves, que desenmudecen el amanecer.
Y sola, junto a los aullidos y la inquietud de las palabras escritas que me mantienen suspendida hasta el inconcluso suspiro de un letargo entre las sombras, callo.
El sentimiento me demanda explicaciones y no sé qué decir.
No estoy dentro de las miradas que me acusan desde el estrado. No. Hoy mis letras bañan cuidadosamente un nuevo vestigio de tiempos añejos, ahora ya sin polvo en las mejillas, ni nuevas palabras repetidas.
Hoy tan solo canto al son de un desértico destino de inmejorable espera. Tan solo me visto de silencio y espero callada al caminante de días y sueños. Le veo acercarse y se presenta taciturno y casi dormido ante mis pasos. No quisiera ahuyentarle ni verle tirado entre mis pasos. Tan solo quiero verle sincero. Tranquilo y sereno, cual hoja que cae en otoño.
Así, sin miedo. Sin prisa. Tranquilo y sereno. Así: como mis pasos.



18.01.99
03:32 AM.

Susurros

La noche se asoma ante mis letras perdidas entre preguntas que no alcanzo a responder.
El aliento afilado, los párpados petrificados, la voz ausente y este recuerdo que se desangra de mis letras…
¿Preguntas? ¿Respuestas? ¿Eso quieres?
El silencio lo dice todo.
La distancia rasguña mis palabras y me deja un sabor amargo entre los dientes.
El descaro del olvido me invita a suspirar a solas sin saber por qué.
Las manos temblorosas, la boca seca y una columna de humo que dibuja tu semblante que poco a poco se desvanece entre mis manos.
Mi espalda se ha vuelto de mármol esta noche. Mi estómago tiembla al pensar que alguna vez te vi partir entre mis sueños, y que hoy, al pensar que eras real, te escabulles con excusas que ni el viento ni los árboles comprenden.
Susurros se han vuelto mis recuerdos…
Mis sueños se deslizan tempestuosos sobre mi pecho y no sé si partir o continuar contando pasos a la orilla del camino.
¿Amar? ¿Soñar?
Volverse de arena entre las olas y desaparecer sin decirle nada al viento.
Quisiera olvidar tus miedos y no temerle a tus temores. Quisiera repetir tu abrazo y beber tu aliento en un beso que no termine. Guardar silencio ante la eternidad y vestir de fiesta mis cabellos, celebrando al viento, al cielo, al tiempo… y olvidar callando esta melancolía.

musitando su recuerdo

He aquí mis letras ante aquél ser de silenciosa mirada. Desde lejos, un perfecto instante, toco mi voz bajo su sonrisa.
¿Quién eres?
¿De dónde vienes?
Cómo explicarle a la noche que todo o que se de aquél ausente peregrino de letras nocturnas está en estas páginas. Nada más sé de él. Mis días pasan musitando su recuerdo.
¿Qué debo hacer?...
Soñar… construir su rostro entre nocturnas letras que vacilan el seño de su frente quebradiza.
Murmullo de coches recorren las paredes de mi habitación. Dolor de cabeza es hoy el motor que me mantiene despierta.
Los días pasan como burlándose del tiempo.
Sin dejar huella.
Sin avisar su llegada ni su partida… así… como llega la noche a ser mañana: sin dar explicaciones. Incluso aquél nocturno intruso hizo su entrada triunfal sin dar siquiera una pequeña explicación. Y lo disfrutó. Lo sé.
La noche cobra su precio y el cansancio pesa por fin sobre mis párpados.
Es hora de vencer el deseo errante de continuar luchando por el temor de no verle.
Ya es tiempo de volver al sueño de noches y buscarle una vez más. Las demás palabras hoy, callarán bajo las sábanas.

10.02.99
02:35 AM.

ENTRE PALABRAS Y PROMESAS

Ebria... muy ebria... como si la distancia y el tiempo se fusionaran para acompañarme. Distancia de segundos. Distancia de sueños desangrados...
Me presto, esta noche, a escudriñar entre los parámetros de la inconsciencia. Ebria... muy ebria... recordando a un antiguo amante, quien entre esquivas caricias me sedujo. Quien, por cortesía a una dama, se mantuvo como un lacayo y fue el esclavo perfecto de una damisela en celo, entre las sombras, durante toda una noche. Como aquél don Juan de Marcos, quien entre palabras y promesas sostuvo a una dama atenta durante toda una noche. Quien supo cómo escudriñar esos deseos maltrechos, de una soledad acumulada por años. Quien entre “no puedos” y “lo sientos”, calmó la velada, hasta verter el fruto amargo del desencanto.
Se prestó para esperar a aquella que entre evasivas le mantuvo despierto durante toda una noche.
Y, que, sin recelo la espera.
¿Desnudos? No. La damisela ha escuchado una voz que cada noche se presenta y le tararea alguna canción, o… se la hace sentir… para el caso, es igual

SOLO UN POCO DE TINTA

Las cuerdas de un piano acarician mi cuello. Las voces me laceran el aliento, me deleitan me encadenan…
Me seduce el flamear de la vela, el humo detenido en el aire, la música del atardecer. Todo me seduce… todo…
Ni siquiera es algo casual. Todo, perfectamente calculado. Completamente planificado a la hora perfecta, sin piedad y con puntualidad.
Entre suspiros mi cuerpo se entume en soledad.
Que más da si la noche se vende gustosa para enterrar sus garras en mi espalda.
Con los ojos cerrados, intuyo la voz del anonimato.
¿Cómo podría decir que con eso basta? ¿Cómo podría decir que lo siento? Si ya nada queda por decir, nada por esconder.
No quiero vender mis gestos al aroma del silencio. No una vez mas…

02.02.00
10:02 PM

RITUAL



Vestida de noche me presento ante un público que no conozco, casi dispuesta a desnudar mis secretos más íntimos de purificación y nostalgias ocultas. Calvarios que pasan de lo santo a lo profano, sin dudas ni explicaciones…
Me levanto por las noches, para divagar entre la soledad y mi habitación oscura, buscando tal vez a quién contarle mis historias; que no son historias, sino sueños. Sueños de llantos, sueños de olvidos…
Todas las noches, clavadas las dos de la mañana, me despierto… El olor a incienso; el sahumerio bajo la colcha, las maderas que crujen…
Una noche mas, fruncido el ceño me veo sobre el espejo. La luz de la lámpara, el polvo, la ropa tirada que descansa sobre los muebles, la ventana a medio abrir, a medio cerrar… la soledad.
Algunas noches tengo suerte y me llama algún fiel lacayo para escuchar mi voz. Para contarme sus fantasías, para masturbarse entre mis sueños… ¿Insomnio? Sólo fantasías: soledad cobrando su cuenta.
Calvario de letras acumuladas entre noches y atardeceres…

circunstancialmente ciegos

06.11.99

He vagado por lugares desconocidos e inexistentes. Imaginación. Sólo eso.
Imaginación y deseo de mares y turbulentas olas, se han presentado a mis noches, como despertándome sigilosamente. Como tragándome, como perdiéndome….
Voces de personas que no conozco me susurran al oído que darían sus esfuerzos por estar conmigo.
Conversaciones enmarañadas, celos, dolor, historias entretejidas con un poco de egoísmo y posesión.
Ella conoce su voz, y el también la conoce. Callan. Suspiran. Pero ni ella ni el sabría describir sus rostros, ante la sencilla razón de que no se ven. Están, circunstancialmente ciegos.
Y él promete, y ella niega. ¿por qué? No lo sé. No lo se…Quizá sea la noche que se viste de asesino o que el deseo de encontrar un pecho tibio sea la desesperanza con la que ella habla sin esperar nada más que los cortejos de un desconocido. No lo sé.
Quizá sólo sea la noche con su disfraz, la que me invita a vagar entre siluetas y sombras sin nombre ni domicilio. Es eso y nada más.
Un presencia irresoluta y casi divina la que me tiene aferrada a la inconciencia de palabrearle al silencio y sus cómplices nocturnos.
Así: como desvistiéndome en público; como bebiendo de un sueño; como bailando; como durmiendo… así te presentas hoy intruso de noche ocultas. Como despertando el ego de mis noches nauseabundas y describiéndome tus gestos para pedir perdón ante el destino que me agarra de las manos. Es eso y mucho mas, lo que me tiene paralizada sin pedirle cuentas a nadie. Sin explicaciones. Sin nada mas que decir.
La noche me observa taciturna y silenciosa, como esperando que yo responda a sus preguntas.
-¡déjame!-
No tengo muchas cosas que decir. Hablar sería volver a repetir los mismo de hace mucho. Mis dedos me duelen. El destino me empuja por las escaleras, como si el dolor fuera la única salida de este retórico sentir.
Una y otra vez… una y otra vez…
Muchas palabras; muchas cosas…
Se abre el techo de mi habitaron y mis manos se deslizan por el cielo como acariciando el agua. Mis pensamientos se entrelazan con las estrellas, y mi vientre se contrae al pensar en la voz agitada de un desconocido.
Ella le habla de poesía y él la seduce a la distancia. ¡que juego!
Cual niños curiosos se abalanzan el uno contra el otro, y sus dientes se clavan en mi cuello suaves y mojados. El deseo irreal de una noche entre penumbras, se escapa deliberadamente entre mis piernas, y sus jadeos acarician mi espalda, como pidiendo perdón, como tocándome, como tragándome. Y sigiloso me toma entre sus palabras, y me eleva hasta el limbo de los deseo ocultos, y me desnuda de vientos y me golpea contra sus labios desenfrenados y distantes.
Ella abre lo ojos, y sola contempla la noche… y el le habla del amor y sus mentiras… y ella calla… y el explica… como queriendo redimirse entre sus piernas, que quebradizas y temblorosas desmayan para poder suplir esa soledad, con este juego de sudores clandestinos.
Se desean y ni siquiera se han visto. No se han tocado y ya el clímax fue.
05:03 AM.
¡Cuidado! Puedes resbalar y caer.
Cuidado con los juegos que afilados cortan la carne y la desangran con un suave sabor a jengibre.
Cuidado con los dientes del hambriento.
Cuidado con el canto de las sirenas.
Cuidado con tus ojos: no te dejes engañar, algo puede agarrar tus pies y no dejarte avanzar
Despierta, despiadado ser de ojos pequeños.
Tu destino entre mis días es el anonimato; el silencio.
Lo siento.
No puedes calmar mi sed.




03:47 AM
08.11.99
04:08 AM
21.11. 99

Historias que desangran el viento, caen a pedazos sobre mi espalda.
Caigo exhausta sobre los años y me vuelvo de piedra.
Fría. Como el silencio.
Copas derramadas demandan la sed de unos labios que musitan un “lo siento”.
Mordidos labios de musa, que festejan impávidos frente a la redención del recuerdo.
Frente al recelo.

Ella despierta de súbito, y un gato ronronea sobre su almohada.
No queda mucho que decir… le acaricia, y le deja.
Sus ojos se tornan en el fondo de la noche,
mientras su boca atrapa un suspiro que resbala indefenso sobre sus labios.

Mucho polvo sobre las mejillas.
Muchos pasos de tardanza.
Manos sucias.
Desvelo.
Vestigio de oráculos inexistentes.
Frío suelo;
Barato sentir.

Ángel caído


Un par de miradas. Otro más de palabras, y la magia de un instante se volvió de piedra. Sólida piedra. Cual mármol, cual roca.
Así la noche se vistió de frac y leyó y escuchó los sonidos del amanecer. Todo así… como el tintinear de las hojas bajo la lluvia. Como las calles, “sin refugios”.
La noche se presenta tácita ante mis pies.
-Buena suerte – dice un desconocido.
-¿cuerpo y alma?- y ella se escabulle entre sus sábanas.
No hay más que eso. Y él duerme y ella sueña con la noche que se despide con temblores.
No hay más que eso. El disfraz no cubre las grietas del camino.
Unos labios se besan y un hombre se desnuda. Se extravía…
Gotas de vino y verborrea emanan los intentos por obtener el gesto, la dicha… ¡qué mas da! Nada parece ser real.
ELLA - Esto no ha sucedido. ¿Cinco años? Si. Eso: “nada ha sucedido”.
EL - ¿qué pasa?- dice, estupefacto
ELLA - nada – ella de espaldas a él, coge sus cosas.
EL - ¿no me deseas?
ELLA - “no te conozco”
EL -¿?- atónito
Ella, encendiendo un cigarrillo y dejando un papel escrito sobre la mesa
ELLA - no entenderías-
EL -quiero…
ELLA -lo siento… no siento…

05:35 AM.
20.11.99

celibato

¿Qué otra historia debo volver a contar?
 ¿Retóricas?
¿Gente vagando entre túneles buscando la luz al final del camino?
No lo sé... Perdida estoy.
Perdida entre los anhelos que se resbalan entre mis piernas.
Mis uñas, afiladas se quedaron.
Mis dientes, solo pudieron deleitarse
con un poco de carne... nada más.
¿Carne?
Si. Tan sólo faltó devorarle lentamente,
pero no hubo tolerancia que pudiera lidiar
con el "no sentir" de mis moribundos latidos...
célibes... fríos...
He perdido el deseo... no recuerdo a qué sabe.

tarde y silencio

Mis manos se asemejan a las manos del obrero de noche eterna.
Los árboles trepidan sus hojas como susurrándome que están ahí.
El viento recorre mis cabellos, y mi rostro se estremece con su beso de tarde y silencio.
La casa vacía.
El reloj canta su tic tac cual pájaro madrugador recibe al alba cada mañana.
Mis rodillas se doblan; mi mirada se extravía, mi boca se seca y pienso… cuántos días hubo entre los primeros pasos del que por fortuita intuición osó sorprender mis ojos sin siquiera aludir el dolor de mis heridas, y el perfecto instante previo al amenazante discurso de las cuerdas que tocaron mi cuello, mis venas y mis versos?¿Qué incólume destino pudo apaciguar este descarado encuentro entre mis hojas, su recuerdo y aquella historia que quizá nunca será leída en público…
Pero eres mi sueño, caballero descalzo de cabellos revueltos. Eres el son de mis letras esta tarde, tras vencer el brindis que acecha a un par de copas llenas.
Las sombras se alzan desde lejos, pues el sol, cansado tras su jornada de aurora, mañana y crepúsculo, se entrega a vagar tras las montañas, y sobre otros cielos…
Largas siluetas dibujan las calles, que replican los pasos una y otra vez… suspiro… ausente caricia… Beso añejo; vendido beso de tardes mojadas.

Mojo mis labios y recuerdo al nuevo intruso. Pequeño intruso de callada mirada. Tu silencio me tiene aferrada a un par de palabras, que ausentes se cuelgan de mis pasos sin dejarme avanzar.
Cual calidoscopio de infantes recuerdos, tus dedos descubren los sonidos y las notas que sigilosamente me escudriñan, suspendiéndome.
Quisiera esperarte, pero mis manos no están dispuestas a sangrar por heridas ajenas. No. Sería como destruir al fuego una estatua de hielo. Como desangrar un sueño. Como desvestir mis dedos. No. Podría cautivarte, mas no esperarte. No es mi culpa. Tan solo quiero respirar el aire y disfrutar de mis días; sin golpes en la espalda; sin polvo en las mejillas.
08:20 PM.
02.02.99