Reflexiones nocturnas sobre mi enemigo

Sediento viene danzando el tiempo hasta mis pies, y silenciosamente me toma el halo dulce de un desconocido. ¿Un poco de sangre?
Columnas de arena circundan hoy mi morada.
Claustros de tiempo acumulado cuidan mi sueño oculto. Mas las voces de estos oráculos: ¡vivientes cansados! Me azotan el alma, y luego todo se postra; nada es igual… las montañas callan en su eternidad de días y mi cuerpo se seca lentamente… esto es algo mas que vivir. Es quizá un pequeño intento que vacila incesante entre mis manos.
¿A qué habéis venido? ¿Cuál es vuestra culpa?
¡Redimiros! ¡Os lo suplico, redimiros!
No quiero seguir vendiendo mis versos a estas manos sucias.
¡Redimiros!
No podríais volver a romper mis huesos sin antes besar la planta de mis pies; no podríais pedir perdón, sin antes derramar de esta sangre que acumulada me quita el habla…
Nunca pensé que cometería el descaro de nombrarle entre mis letras en una noche como esta, donde el cansancio se me sale por los ojos, mientras la mañana me espera para castigarme con puntualidad.
Si, creo que le conocí hace ya varios años… se abalanza y me lacera el sentimiento para luego decirme que nada ha cambiado; que todo sigue igual. Recuerdo que de niña aparecía entre mis sueños para ahuyentar la calma, y hoy me amenaza con devorar mis intentos por redimir mis errores. ¿enemigo? ¡Qué más da! Si sin nombre ni apellido me pide cuentas cada noche de insomnio, cada amanecer.
¿Vacío? ¿Deseo? ¿Misericordia?
¿Dónde podría yo recibir a este erguido sueño si me expongo a ser traicionada una vez más?
¿Quién podría alguna vez controlar la ira del destino al descubrir que la vida ha transcurrido sin fanfarrias ni famosas palabras?
He visto su rostro una vez más. He sentido sus golpes en la espalda. He vestido de su aliento y hasta me he dejado seducir.
Pero no me engañas Ángel caído. No me tienes ni te pertenezco. Yo, aún me puedo arrepentir. Para ti, es demasiado tarde.

05:58 AM

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